La iluminación también es algo fundamental

La iluminación también es algo fundamental, influye mucho sobre el estado anímico

No importa lo identificado que te sientas con esta definición de diccionario. En la vida real, tu definición de amor, mi definición y la de los demás estarán impactadas por la forma en que papá y mami se amaron entre sí, y como nos dejaron quererlos. ¿Qué hiciste como niña para lograr la atención y aprobación de mamá? ¿Para conseguir su amor? ¿O el de papi? El padre o el cuidador principal por el que tuvimos que esforzarnos más para lograr su aprobación y su amor, es aquel que más impactará en nuestra definición inconsciente del amor y en la selección de una futura pareja. Los recursos que utilizaste para lograrlo, se transformaron en patrones de conducta en tu cerebro. Los que usaras más adelanta para conquistar al sexo opuesto cuando tu fuente de amor sea otra (mas tus estrategias no).

La eyaculación retardada puede, por servirnos de un ejemplo, imposibilitar el tener hijos de forma natural y puede desarrollar una anorgasmia crónica. Por otra parte, al no conseguir satisfacción sexual en forma de orgasmo, el hombre puede ver de qué manera desaparece en él el deseo sexual. ¿Para qué exactamente sentir deseo?, puede preguntarse el hombre, ¿para sentirse, después, insatisfecho? El baile es una gran forma de ejercicio. Puedes abrasar una tonelada de calorías y hacer un buen ejercicio, singularmente si bailas con música realmente rápida. ¿La mejor ? ¡No se siente como ejercicio!

Si crees que las citas por la red son peligrosas, trasladémonos a un bar un sábado de noche y tómenoslo como ejemplo: un conjunto de mujeres acaban conociendo a unos chicos, compartiendo bebidas. Se emborrachan y comparten números telefónicos. Esto es lo más normal del mundo puesto que es una forma plenamente aceptable de conocer a tu posible pareja. Pero, ¿es esta una manera más segura de conocer gente por internet? Creo que número Eso si, tendremos que contarlo todo con pelos y señales. Eso no me gusta. Eso si. Eso me gusta muuucho. Mas mejor prueba por la izquierda, ahora por la derecha. Oh si si si. Ahí está la clave. Pero no pares que estamos en el instante cima.

Una mujer difícil de olvidar

Ellos dicen afirman que se apegan a la ley del perdón. Mas realmente, en el fondo es cómodo disculpar, sobre todo si eso nos va a dar la posibilidad de sentirnos solteros y poder ejercer nuestra poligamia sin ser molestados. Esto semeja muy astuto salvo por dos razones, el primero es que esto está bien para acrecentar placer y pluralidad sexual en nuestras vidas pero el amor tiende a decrecer en proporción directa del incremento de ese placer polígamo. Y segundo, tendemos a vaciarnos conforme nuestra pareja y nosotros somos más infieles, sobre todo por la mezcla continua de energías extrañas, puesto que cada relación sexual no es sólo un hecho pasajero sino más bien un intercambio de substancias y energías, realmente la relación sexual es un complejo laboratorio bioquímico y sobre todo, electromagnético del cual ignoramos prácticamente todo. No se puede perdonar a quién no se arrepiente. No se puede perdonar a quien dice lo siento si persiste en la ofensa. Entonces, hay que esperar a que se arrepienta para disculparlo, mientras, solo cabe decirle que se arrepienta (arrepentíos). En los casos extremos, habría que restringirle la libertad a fin de que no pueda continuar haciendo daño. Pero cuidado con las privaciones de libertad, pues las leyes actuales son cada vez más coercitivas y como dijo Jesús coláis un mosquito y no veis pasar a un camello. Se está metiendo en exactamente el mismo saco al que roba mil euros y al que hurta mil millones, al que forceja para defenderse y al que abusa de forma violenta.

Si bajo tu kimono de geisha se intuye una sexy lencería, mejor que mejor

Lo importante aquí es que no te resulta que mientras más esfuerzo haces para bajar el brazo, más difícil es subirlo y más esfuerzo precisas hacer para subirlo y a la inversa, mientras más fuerza imprimes para subir tu brazo más bastante difíciles bajarlo y más fuerza precisas poder para bajarlo… y cuanto más fuerza pones en ambas direcciones más te gastas sin lograr prácticamente ningún resultado… y por otro lado si dejas de hacer fuerza hacia abajo y sólo haces fuerza hacia arriba, prácticamente no necesitas hacer ningún esmero para poder subir el brazo y a la inversa, si no haces ninguna fuerza que suba el brazo mas no necesitas hacer nada en verdad en un caso así, gracias a la gravedad…simplemente dejas caer el brazo a fin de que baje.

Ahora una regla muy básica, todas os mojáis con el tratamiento completo y algunas hasta se corren, así que hay una frase que afirmarás cuando te vayas a correr: Soy una zorra, me corro, ¿lo has entendido? Nuestro cerebro es una de las máquinas más automatizables que existen y merced a eso podemos trastocar nuestra conducta diaria o nuestras barreras limitantes sencillamente haciendo ejercicios o bien escuchando audios mientras dormimos. Calificado como uno de los faros guía de la nueva generación de fotógrafos chinos por el British Journal of Photography, Ren Hang realizaba una foto erótica ciertamente sorprendente y que servía para mostrar una sexualidad completamente libre de prejuicios y convenciones. A la fotografía erótica de Ren Hang se le han asociado adjetivos como crudo, explícito, sucio, turbio, desquiciado o delirante. Indudablemente todos esos adjetivos pueden, en un instante o bien otro, irles a las fotografías de Ren Hang como anillo al dedo.

Disfrutemos siempre que nuestro deseo no los pida, demos rienda suelta a nuestro erotismo, vivamos la masturbación como un grado superior en el conocimiento de nuestra sensualidad y compaginemos esta con nuestra vida de pareja sin afectarla, al contrario, enriquecerla. Como hemos indicado anteriormente, ya desde su nacimiento la fotografía fijó su mirada (del mismo modo que lo habían hecho ya antes otras formas artísticas) en el cuerpo desnudo de la mujer y, en menor medida, del hombre.

La falta de voluntad y,o conciencia por del ser humano

Se considera que esta tradición empezó en el periodo Sengoku (1467) y duró hasta el período Tokugawa . Sería con la llegada del período Edo (16001878) cuando esta práctica, que era transmitida de forma segrega entre samuráis, se volvió más compleja. Los códigos de significación de las ataduras se sofisticaron y también hicieron más complejos y dieron fruto a una suerte de arte marcial que recibió el nombre de hojojutsu. Estos tipos de personas son los que yo llamo los amores que no merecen la pena. Pero no podemos negar que, incluso que para ti, estos amores no valgan la pena mas estoy seguro para otros si valen la pena. Esto es que, todos los amores valen la pena mas eso depende de que lado los estés mirando. Es por tal razón, siempre recomiendo a mis amigos que, no hay motivo para luchar ni obligar a un amor para que se cambie su forma de ser. Todos los amores que no merecen la pena, hay que dejarlos libres para que puedan encontrar con la persona indicada. Te contaré una historia de una persona la que tenia un amor que no calidad la pena para nada. ¡Esta situación hace un buen uso del escenario de dormitorio normal para hacer las cosas! Tenga esto en cuenta cuando intente esto: si su habitación tiene un arreglo más conveniente, empléelo para su ventaja. Las paredes pueden ser realmente útiles aquí: si su cama está junto a la pared, puede probar esta situación en el espacio entre la cama y la pared; aún descansa sus pies en cama, mas se gira para apoyarla contra la pared. Así, tiene aún más apoyo para sostenerla, a fin de que puedan seguir por más tiempo, y con el apoyo adicional, los dos van a tener un mejor apalancamiento para empujes más profundos que golpean justo el lugar correcto.

El símbolo perfecto del erotismo femenino

Promovidas por lecturas que relacionaban este punto con una mayor facilitación orgásmica, muchas mujeres se plantearon procurarlo obsesivamente, olvidándose que el cuerpo todo puede ser una extendida zona erógena. También es verdad que otras mujeres dicen que se excitan en mayor medida, logrando el orgasmo con sencillez cuando se estimulan (o bien lo hace su pareja) además del clítoris dentro de la vagina, quizá en el renombrado punto. Blanca no está en casa esta noche y Luna ni siquiera debe avisarla de que tal vez no vaya a dormir. Antes de que pueda percatarse vuela en un taxi atravesando Madrid mientras Darío la besa en el asiento de atrás y le mete mano por debajo de la falda de cilindro. Los dedos de Darío son, como apuntaban, un auténtico muestrario. Lo acepta desde el momento en el que nota uno de ellos apartando la braguita para que toda la palma la cubra por completo y acoja en su hueco la calentura que provoca en ella. Cada beso es como un mordisco y cada caricia es más un acto de fuerza. Una fuerza que le agrada, que le excita. Resoplan en el asiento de atrás del turismo blanco mientras que el taxista no puede dejar de mirarlos por el retrovisor. En un par de ocasiones la visión ha sido especialmente golosa. La mujer no sabe cerrar las piernas tanto como para que no haya comprobado el color de su lencería. Y el hombre no deja de sobarle las tetas, buenas tetas por cierto. Veinte minutos después está en el salón de una casa desconocida por el camino de la Habana, en una finca señorial de esas en las que se esconden familias de alta prosapia y banqueros cuyos nombres ya nadie recuerda. Pasa de las 3 de la madrugada. El portero ni tan siquiera los ha mirado pese a haber alcanzado el elevador a duras penas enredándose el uno en los pies del otro, comiéndose la boca y metiéndose mano. De este modo atraviesan la puerta del piso de Darío, y a Luna se le antoja que entra en un palacio de forma sabia oculto en mitad de la enorme urbe. La decoración es sorprendente, pero no afirma nada. Enormes muebles de formas curvas y grandes dimensiones en torno a mesas de madera maciza, lámparas de lágrimas de cristal alumbran desde alturas imposibles de esperar, formas sinuosas, grabados en las paredes de escenas de cortesanas con rocambolescos tocados embarcadas en escenas amatorias de fuerte impacto erótico. Luna no reconoce ninguno de los nombres que las firman: H. Biherstein, Jean Jacques Lequeu, Félicien Rops. Pero sabe que todos ellos habrían sido pasto de la fogata bajo los preceptos de la Santa Inquisición. Darío la retira del indiscreto museo en el que se ensimisma arrastrándola con sus besos mientras que la música sacra resuena con exactamente la misma intensidad que se escucharía si estuvieran en Notre Dame de la ciudad de París en un concierto. Es Stabat Mater de Pergolesi; lo distingue merced a los años de sexo esporádico con un vienés desquiciado por la música clásica y por ella. No puede eludir sentir el sacrílego deseo de ser mancillada por ese desconocido que la conduce del salón al dormitorio. La sorpresa al entrar es mayúscula: en medio de la estancia una exorbitante cama sobre una estructura de madera con columnas retorcidas que mantienen un dosel. Espirales ascendientes labradas a mano que ascienden prácticamente hasta el techo, a más casi tres metros de distancia del suelo, actuando como soporte de la tabla maciza con la que cierra la cama. Sobre el colchón, sábanas de seda en color rojo escarlata que refulge con la misma intensidad que el mismísimo infierno, cubierta de multitud de cojines y almohadones de diferentes tamaños en la misma tela que las sábanas en todas las tonalidades posibles de ocres y grises. En una de las paredes laterales de la habitación, un espéculo con marco dorado antiguo y de dimensiones exageradas. En el resto de las paredes grabados y cuadros muy parecidos a los que termina de ver en el salón. Semeja más un museo del erotismo que una cámara de reposo. Al lado del cabecero, a ambos lados de la cama, 2 mesitas de madera con idénticas curvas que las columnas que sostienen el techo del trono amatorio. A lo largo y ancho de toda la habitación, multitud de candiles y quinqués, algunos anclados a la pared dándole a muchos de esos grabados de mujeres y hombres desnudos la categoría de altares. Mientras que se habitúa al escenario, él enciende una a una todas las velas de diferentes tamaños. La luz sutil titila provocando sombras deformes, un tanto fúnebres pero asimismo terriblemente seductoras. Nunca había visto algo de esta forma, y son muchas las habitaciones que Luna ha visitado en los últimos veinticinco años. Es el dormitorio de un noble del siglo XVIII. De esta manera imagina Luna la habitación de uno que sedujera, sometiera y ultrajara a las cortesanas de palacio.